Comentario
La obra de ingeniería tiene una evolución menos sujeta al vaivén de los gustos. En esencia, su problemática es siempre la misma: construir grandes superficies inclinadas, como cintas oblicuas, para colocar en ellas las gradas, y solucionar el problema del acceso a distintas alturas.Sin embargo, para obtener el resultado apetecido, las posibilidades técnicas son diferentes, y pueden ordenarse según una línea evolutiva perfectamente estudiada por J. C. Golvin en su monumental libro sobre los anfiteatros. En síntesis, se trata del paso paulatino de una cavea pegada a la tierra a otra que combine la independencia del terreno, la solidez y el ahorro de materiales. El punto de partida sería la cavea tallada en la roca, y completada a menudo con un recubrimiento de sillares o de estuco; se trata, sencillamente, de la tradición marcada por los viejos teatros griegos. Después, se plantearían los primeros sistemas para independizarse de la forma del terreno: completar la cavea tallada con sectores de hormigón macizo; acumular tierras y plantar en ellas postes para sostener bancos de madera, o bien dar forma a estos taludes, cubriéndolos a veces de hormigón, para instalar encima gradas de piedra o de estuco.
Pero pronto se comprobaría que los simples montones de tierra soportan pocos años la fuerza destructora de las lluvias. Se impuso entonces la gradería con estructuras fuertemente delimitadas por muros, y éstos dispuestos tanto en sentido anular como radial. Aún se colocaban las gradas sobre espacios rellenos de tierra -es lo que se llama estructura maciza-, y éstos podían construirse de dos formas distintas: bien haciendo compartimentos independientes, uno bajo cada cuneus, para permitir el paso, entre uno y otro, de pasillos o vomitoria -estructura de compartimentos-, bien haciendo, sencillamente, dos muros anulares de circunvalación, y uniéndolos, de trecho en trecho, por muros radiales -estructura de casillas (caissons, en la terminología de Golvin)-. Tras estas soluciones, sólo quedaría dar el último paso, que fue la sustitución de compartimentos o casillas macizos por sucesiones de arquerías y bóvedas, convirtiendo así todo el espacio por debajo de las gradas, sea en cámaras cerradas y sin acceso, sea en salas abiertas para la circulación de los espectadores: es lo que se llama estructura hueca.
El problema de esta evolución teórica, en principio inatacable, se halla en su aplicación práctica: no sólo cada una de las fases señaladas permanece viva después de surgir las siguientes -y baste recordar cómo las caveas de casi todos nuestros teatros están talladas en la roca, pese a ser de época imperial-, sino que, dada la precoz creatividad de los ingenieros romanos, la última fase queda definitivamente formulada ya a fines de la República, y precisamente en el teatro de Pompeyo en Roma. Esta obra brillante, y hasta diríamos que genial, impone incluso la solución de fachada más lógica para el edificio de estructura hueca, la que se repetirá ya para siempre: la superposición de hileras de arcos alternando con semicolumnas o pilastras, tal y como había sido creada unos años antes en el Tabulario de Sila. Por tanto, antes de que comenzasen a levantarse en Hispania los primeros edificios para espectáculos, ya se conocían en Italia todos los sistemas posibles para la infraestructura de caveas.
Conclusión tan desalentadora, sin embargo, debe ser matizada: cierto que, en el caso de los teatros, todos los recursos de la ingeniería habían sido inventados ya en la época de César, pero se ha podido observar que, curiosamente, los anfiteatros tardaron más en aceptar los sistemas más complejos. En concreto, el anfiteatro de estructura de compartimentos más antiguo de todos los conocidos en el imperio es el de Emerita Augusta, perfectamente fechado en el 8 a. C., y la estructura de casillas, en anfiteatros, no aparece hasta el período julioclaudio, hacia la misma época -o incluso algo después- que los primeros anfiteatros de estructura hueca. En cuanto a los circos, aún no se ha analizado con detalle la evolución técnica, pero es probable que comenzase a plantearse el uso de la estructura hueca en época augustea.